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Fenómenos Políticos

Javier Milei, presidente electo de Argentina.

En la filosofía de las campañas de hoy, la regla del color, es mostrarlo todo. Llenar la plaza, la abstracción de los grandes discursos, el ritualismo político, el desciframiento de una doctrina compleja, han quedado en el pasado, en las campañas modernas, se utiliza la personalidad del político, para hacer didáctica y cercanas las doctrinas políticas.

Lo que atrae de un candidato en estos tiempos de sobre-estimulación es lo simple, competimos por la atención del elector contra Netflix y Spotify, la gente no quiere saber nada de política, esto obliga a que el político se diferencie  de las grandes cadenas de entretenimiento a través de la humanización, mostrar su contexto, su preferencia, sus gustos. Del político se quiere todo menos política, conocer su equipo de fútbol, que música escucha, cuál es su serie favorita, qué comida disfruta, quiénes son sus hijos, quién es su esposa.

La política adquiere un giro personalista, la personalidad rige por sobre los postulados políticos  concretos. Se valora más la sensibilidad del candidato que las grandes demostraciones de poder. Queremos verlos comiendo una hamburguesa, tocando la guitarra o paseándose por un parque con su familia. Buscamos HUMANOS, no políticos.

Los contenidos son una táctica y la imagen una estrategia, la primera enteramente subordinada a la segunda. En las campañas de hoy, importa, todo lo que refuerce los significantes de la imagen personal, que no sea político sino enteramente personal. Lo que importa no es lo político, sino lo privado, lo intimo, la dimensión  privada de la personalidad. Lo personal se convierte en la marca del político.

En este contexto, podemos acercarnos a una explicación de los fenómenos políticos de hoy en día. Los fenómenos políticos de nuestra época  son auténticos, disruptivos, centran su comunicación justamente en sus atributos y personalidad y eso les ha permitido, instaurarse en la mente de sus seguidores de formas más profundas que, políticos con “campañas bonitas y disruptivas”, pero pasajeras.

Para que un político sea considerado un fenómeno político,  partimos de considerar al personaje con una comunicación que marca la entrada a una nueva praxis.

Dos ejemplos de fenómeno políticos contemporáneos: Alexandra Ocasio y Jacinda Ardern, son ya casi clásicas pero ineludibles, son personajes que de alguna manera han salido del molde tradicional de la política, se han diferenciado del resto ya sea en las formas, en una causa o en una identidad que rompe los esquemas de lo tradicional.

Y en procesos electorales recientes de América Latina se volvió indiscutible la irrupción de Javier Milei, como este outsider que supo representar y persuadir al determinado “voto bronca”, para alcanzar la victoria presidencial en un contexto económico y político muy complejo para Argentina.

En síntesis un fenómeno político:

Es alguien directo en su forma de decir las cosas, no viene de la política, es un outsider, tiene una actitud antisistema y antipolítica.

El personaje debe cumplir con características distintivas únicas, disruptivas y salidas del molde de un político tradicional. Otra clave del éxito es un discurso político simple, básico, elemental. Su contenido es original, espontáneo y disruptivo.

Pero lo más importante, la irrupción de este nuevo personaje, debe dar paso a una nueva praxis de comunicación política.

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