El doctor Gabriel González Molina es, a mi juicio, un personaje importante para la demoscopía y la lectura correcta de los datos que arrojan los estudios por encuesta y especialmente los cualitativos, a la hora de hacer análisis serios y concusiones bien sustentadas sobre lo que puede derivar rumbo al momento definitivo: el día de las elecciones.
Tuve la oportunidad de conocerlo en 1996 y compartir con él algunas experiencias muy valiosas en mi formación de investigador del comportamiento político y electoral previsible a partir de datos duros derivados encuestas y focus group.
Doctorado en Leicester, Inglaterra, González Molina puede acreditarse la creación de las estrategias de comunicación para polarizar y del concepto “switcher”, como se le denomina al elector que no es “voto duro” de ningún partido y por ello cambia su voto en cada proceso electoral según le convenza la comunicación de las campañas o su propio estado de ánimo o actitud frente a lo que representen los candidatos y los partidos.
Entre otras experiencias, compartí en 1996 la aplicación de una estrategia de polarización que, entre otras cosas, le permitió al PRI ganar elecciones importantes como la de Puebla o, en el caso de mi participación personal, ganar la mayoría del Congreso de Jalisco en 1997, el año en que pasó el otrora partido gobernante su peor etapa de debilidad.
El “milagro” surgió a partir de la polarización entre el electorado de una sola idea (que es a lo que se reduce generalmente la decisión del voto), en aquel caso: “la defensa de la educación gratuita”.
Por el lado del “switcher” conocí el método de González Molina para ir construyendo la estructura del voto que van consolidando los partidos en cada campaña electoral, teniendo como base la detección, segmentación y georreferenciación del votante “switcher” (además del votante duro y los “anti” de cada partido).
Merced a su metodología, González Molina advirtió el 16 de diciembre de 2017 que AMLO ganaría la elección presidencial del año siguiente, debido a que él “se les hablaba” a los switchers, es decir, que López Obrador si entendía y se comunicaba con ese segmento que rechaza a los partidos y a los políticos, pero que si es sensible y se puede movilizar por los TEMAS, CAUSAS Y PROPUESTAS que le hagan sentido.
Así, mientras que el PAN y el PRI se aliaban con otros partidos para buscar en la figura de LOS FRENTES, proyectar la idea de fortaleza y lavar la cara a sus siglas, AMLO se concentró en el gran reclamo contra LA CORRUPCIÓN que supo abanderar y hacer la razón de voto que lo llevó al triunfo contundente en julio del 2018.
Ya en el año 2000, González Molina también con la lectura del votante switcher anticipó el triunfo de Vicente Fox, con el gran paraguas del CAMBIO.
Hace unos días lanzó a la venta otro libro:“Switcher S2 el segmento de la orfandad” sobre la estructura del voto que se consolida en este momento y que puede proyectar un resultado más cerrado que el que prefigura la generalidad de las encuestas sobre la próxima elección presidencial, mismas que le dan márgenes de ventaja a Claudia Sheinbaum de 25 hasta 40 puntos sobre Xóchitl Gálvez, brecha abrumadora y que parece insalvable, dado que además Gálvez ha ido de error en error y tiene una imagen deficitaria (con más negativos que positivos).
La hipótesis de González Molina es que si la oposición, léase Xóchitl Gálvez o Samuel García, logra atraer el voto del segmento switcher, podría reducir la ventaja de Morena drásticamente.
El desafío de la oposición sigue siendo levantar la mirada y dejar de concentrarse en incitar el odio contra AMLO, que es el terreno en el que el presidente se desempeña como pez en el agua, para asumir los temas y causas que pueden movilizar a votar al ciudadano “switcher” que no votaría por ninguno de los polos en conflicto.
Por regiones del país, la polarización se ubica entre el norte Anti AMLO y en centro y sur del país que es Pro AMLO. El espacio en disputa por el “switcheo” se ubica en el Centro-Occidente del país, que ha sido una “cuenca conservadora” que ha votado al PAN, pero donde hay amplios segmentos de ciudadanos que no creen ya en los partidos tradicionales ni opta por la polarización.
Un asomo de que la aprobación presidencial alta que se mantiene no basta para asegurar el triunfo de Morena se vivió en 2021, cuando el partido en el gobierno perdió la mayoría de las municipalidades de la CDMX y aunque tuvo mayoría en el Congreso no alcanzó la bancada necesaria para las grandes reformas constitucionales que proyectaba.
Lo que en apariencia atrajo entonces al votante switcher fue la idea de “voto útil” que debió ser posicionada con alguna estrategia de comunicación muy bien segmentada y dirigida (¿por González Molina?).
Habrá que estar al pendiente de lo que vayan derivando las campañas.
La CLAVE, concluye González Molina “no está en la OFERTA sin sentido de los candidatos, sino en saber leer y responder a la DEMANDA de los ciudadanos independientes” que no creen en los partidos tradicionales, pero que podrían ser atraídos por CAUSAS que los movilicen a votar.
Habrá que ver de qué irán las próximas campañas.
Si las cosas siguen como van, Morena se encamina a otro triunfo.