México 2024: Crónica de un resultado anunciado.

“Que no haya ilusos para que no haya desilusionados” Manuel Gómez Morín.

La elección presidencial de México el 2 de junio de 2024 tuvo el desenlace que de manera reiterada fue anticipado por diversas empresas encuestadoras muy acreditadas, todas afiliadas a la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación (AMAI), organismo que integra a las empresas que cuentan con la metodología científica y la trayectoria que las acredita como profesionales y confiables para quienes quieran incursionar, con algún grado importante de certidumbre, en proyectos políticos sustentables.

Ahí hay una piedra con la que siempre tropiezan los políticos pragmáticos que persiguen proyectos con “ganas” pero sin saber el terreno que pisan ni mucho menos su posición real en el campo de batalla al que pretenden incursionar, lo que les lleva a amargos despertares.

Pero la investigación seria fue sólo uno de los déficits con que Xóchitl Gálvez literalmente se lanzó como abanderada de la variopinta alianza de las siglas PRI-PAN-PRD, bajo el liderazgo real/encubierto del empresario Claudio X (otra vez) González, apostándole a una improbable amnesia colectiva de los electores mexicanos, que en 2018 repudiaron a los partidos políticos que usaron ahora a XG para ganar posiciones/tablas del naufragio, así como a una sociedad civil que no fue suficiente para ganar la elección.

A grandes rasgos se pueden enumerar otras deficiencias graves que apagaron muy pronto el relumbrón que tuvo en su arranque XG, al acudir a golpear la puerta de Palacio Nacional y aprovechar la cerrazón del presidente AMLO, aunque después fue el promotor más eficaz del súbito crecimiento de la popularidad de XG.

Primero, su “discurso” se limitó a señalar las deficiencias del gobierno de AMLO, con lo que llevó al presidente como tema principal de su campaña y derivar en una suerte de referéndum del mandatario saliente que, guste o no, mantiene una nivel alto de respaldo popular.

Segundo, nunca presentó un proyecto alternativo al modelo de AMLO, por el contrario, trató de reivindicar temas como los programas sociales que dijo ella mejoraría, al grado de firmar con sangre su compromiso en un eje que, sin duda, es de las principales fortalezas del régimen.

Tercero, su “narrativa” catastrofista, de un futuro de comunismo, cierre de iglesias, supresión de la propiedad privada, era insostenible a la luz de los hechos del gobierno saliente, en el que la estabilidad macroeconómica y una mejoría notoria en el consumo interno, por la vía de transferencias directas de dinero para las economías familiares, fue muy complicado de imponer, salvo en “su público”, es decir, jugó para la tribuna de los suyos y no para ganar más simpatizantes.

Cuarto, a diferencia de Máynez, no definió un target específico por el cuál ir. Su discurso se limitó a endulzar el oído del segmento de ciudadanos que repudian a AMLO, pero no salió de ese círculo. Máynez en cambio incursionó en el segmento joven y universitario, espacio al que los políticos tradicionales no se atreven, los escuchó y procuró cortejarlos en los términos y por los canales que ellos entienden y por los que se comunican. 

Quinto, no se capacitó para comunicar propuestas y se limitó sólo a los ataques o abiertos insultos (narcocandidata), evidenciando fallas para articular un discurso que hiciera sentido a electores que esperaban propuestas, más allá del discurso de odio. No basta con mencionar el QUÉ, sino hay que precisar los CÓMOS se puede mejorar lo que se denuncia, en un lenguaje claro, entendible y creíble para los ciudadanos.

Sexto, dicen (y lo asume mucha gente) que para ser hay que parecer. En este caso, la imagen que proyectaba (más allá de la vestimenta, la risa o el lenguaje “coloquial” y sus bailes) siempre fue deficitaria, es decir, siempre tuvo más negativos que positivos, porque el elector mexicano sigue dando valor a “la investidura presidencial”. Basta recordar el alto costo que tuvo para AMLO en la elección de 2006, haberle dicho al presidente Fox, “cállate chachalaca”.

LOS SALDOS:

  1. Si MC llega a los dos dígitos en la votación para el Congreso, se va a proyectar, ahora si, como la tercera vía frente a los partidos viejos, que “ni juntos” lograron desbancar al obradorismo. Será la bisagra para los grandes acuerdos legislativos. Y de ahí a construir un líder atractivo para buscar la presidencia en 2030.
  2. La fuerza que mostró la “marea rosa”, nada desdeñable, va a ser muy codiciada por actores políticos que busquen relanzarse fuera de las siglas de los partidos viejos. La duda es si será Xóchitl Gálvez la que coseche ese logro o se lo van a arrebatar los “líderes de la sociedad civil” (léase Claudio X. González) o la van a desintegrar al tratar de arrebatarla los líderes desgastados del PRIAN.
  3. Las encuestadoras serias y profesionales se reposicionan frente a los ataques que resistieron de parte del cártel de opinólogos afines al viejo orden, que llegaron hasta a dar por “buenas” las supuestas encuestas que abonaban a favor de XG.

Es la ocasión de que el INE marque con todo rigor límites y sobre todo requisitos metodológicos realmente científicos, para avalar que haya empresas que publiquen resultados de tendencias preelectorales. Es muy importante la depuración de esas empresas, ya que pueden ser de gran utilidad para dar luz sobre las tendencias de opinión que vayan prevaleciendo en los procesos electorales, sin falsear el estado de cosas ni engañar con ello a la ciudadanía.

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