En el trasfondo de la compleja realidad sociopolítica, la palabra “polarización” se erige como la palabra del año 2023 según FundéuRAE, reflejando una preocupación evidente en la sociedad contemporánea. Su prominencia no solo revela una búsqueda de comprensión, sino también la creciente inquietud en entornos políticos y sociales. La polarización, más allá de ser una simple palabra, encapsula tensiones y divisiones profundas que han marcado el discurso público. En un mundo cada vez más conectado, donde la información fluye a velocidades vertiginosas, la polarización se convierte en un fenómeno que resuena en todos los niveles de la sociedad. Desde la esfera política hasta las interacciones cotidianas, la palabra se convierte en un crisol de debates y desafíos.
En diciembre del año pasado, abordamos los errores comunes enfrentados por las campañas políticas, y la posición destacada de la “polarización” en el cuarto lugar no es una coincidencia. La atención excesiva a la negatividad y la polarización ha dado forma a una visión desfavorable de la política. Ezra Klein, en su obra “Why We’re Polarized”, explora la evolución de este fenómeno, resaltando cómo la desinformación afecta a la sociedad. Byung-Chul Han aborda el mismo tema en “Infocracia”, examinando cómo la era digital y la sobreabundancia de información impactan de manera negativa sobre la democracia, dando lugar a fenómenos polarizantes, profundizando el individualismo por sobre la retórica pública. Byung-Chul Han sostiene que la rápida circulación de información en las redes sociales puede intensificar divisiones, crear burbujas informativas y fragmentar la sociedad en distintas perspectivas, dificultando la construcción de consenso.
En el ámbito político, la polarización se manifiesta de diversas formas: división social, dificultad para llegar a consensos, erosión de la confianza en las instituciones, incremento de la hostilidad y su uso como estrategia. Lamentablemente, este último efecto se convierte en una herramienta para campañas políticas, fragmentando la base electoral y complicando la gobernabilidad. La polarización, por lo tanto, emerge como un desafío multifacético que requiere una reflexión profunda y acciones concertadas para preservar la salud de nuestras democracias.
La polarización, por tanto, no solo se limita a la esfera política, sino que permea a la sociedad en general. En democracias saludables, la diversidad de opiniones debería ser un componente enriquecedor. Sin embargo, la intensidad de la polarización debilita este principio, convirtiendo a los adversarios políticos en enemigos. Este fenómeno también plantea un desafío para la construcción de políticas públicas consensuadas, ya que las visiones opuestas se vuelven cada vez más intransigentes. La sociedad, dividida, enfrenta dificultades para abordar problemas comunes.
La polarización, tejida en la trama misma de la sociedad contemporánea, demanda una atención cuidadosa y un compromiso colectivo para abordar sus diversas manifestaciones. Entenderla como un fenómeno que trasciende lo político es crucial para forjar soluciones efectivas. Al reconocer la polarización como un desafío multifacético, podemos avanzar hacia un diálogo constructivo y la construcción de consensos necesarios para la prosperidad de nuestras comunidades y la estabilidad de nuestras instituciones.
Muy buen artículo
excelente