Siempre digo, al paso de una elección, que debemos analizar de manera distinta las encuestas, las comerciales y las que usan los equipos de campaña para tomar decisiones, y ahí encontraríamos muchas respuestas a los sucesos electorales en todos los sentidos y en cualquier latitud.
Ver simplemente lo que dicen los números primarios sobre quien encabeza las preferencias, sin analizar el fondo puede llevarnos a sucesos como el que vivimos en Guatemala el pasado 25 de junio en la elección general. En los últimos 45 días los electores en Guatemala se reservaron la respuesta puntual sobre sus preferencias, podríamos decir que los candidatos que encabezaban las encuestas vieron cómo se contraían las preferencias sobre sus aspiraciones. ¿Que quiero decir con esto?
Entre enero y abril, el umbral de preferencia en algunos candidatos, al menos tres, superaba los dos dígitos y un cuarto despuntaba de manera considerable, siendo un jugador externo que se metía de lleno a la puja por la posibilidad de estar en la segunda vuelta. Un elemento que nunca debe dejar de observarse y que no aparece en las publicaciones, ni en las estadísticas y que no hace sentido a menos que se convierta en decisivo, es el de los votantes indecisos. Este grupo de votantes es el que define mucho de lo que pasa en una elección, son quienes están decididos a votar, pero no están claramente convencidos por quién lo harán, y esperan los últimos días o incluso a estar en la fila de la mesa de votación, para definirse.
Entre enero y la última semana de abril, el número de indecisos o quienes decían no saber por quién votarían pasó de 15% a solo 7%. Hasta ahí todo normal, parecía que todo transcurría de manera predecible y que el electorado estaba tomando decisiones por lo que estaba viendo y entendiendo de cada propuesta. Sin embargo, en mayo se dieron sucesos que cambiaron por completo el curso de la elección y las decisiones de los electores. El partido de uno de los contendientes con posibilidades reales de pasar a segunda vuelta (Carlos Pineda), fue retirado de la boleta electoral y con eso, la posibilidad de seguir en el proceso.
La cancelación de la oportunidad del partido molestó a la sociedad, que de por si hablaba de fraude de un pacto entre algunos de los contendientes con el gobierno, igual a quienes se quedan en la contienda y los califica, al menos a los punteros, de ser parte de un pacto entre el gobierno y sus agrupaciones políticas. Eso se ve reflejado en la encuesta de la segunda semana de junio donde el número de votantes que afirman “no saber” (indecisos), aumenta dramáticamente a casi 17% de los posibles votantes.
Esto resulta en la contracción de preferencias de los partidos en la encuesta de mediados de junio (todos por debajo de dos dígitos) con un empate técnico entre los cuatro punteros y un quinto muy cerca con mención creciente, termina por reventar el día de la elección. Es mentira que Bernardo Arévalo estaba perdido al fondo de los 23 contendientes, estaba entre los diez primeros, en un cercano sexto lugar, con números crecientes y menciones sólidas. Yo siempre digo que las elecciones se ganan con el corazón, pero los votos se deben llevar con orden y de la mano de la estructura.
Cabal, el partido de Edmond Mulet, donde colaboré estrechamente con un gran equipo que me dio la responsabilidad de ser el estratega de la campaña, fuimos presa de la inoperancia estructural, que pudo darse por diversas causas. Edmond Mulet estaba en la mente de la gente, logró conocerlo más del 80% de la población, las menciones positivas superaban por mucho las negativas y eso generaba expectativa por el paso a segunda vuelta, no solo entre propios, también en los equipos rivales, por eso las últimas dos semanas fueron particularmente agresivas en todos sentidos y escenarios. Nada extraño en campaña, cualquiera hubiera hecho lo mismo contra el rival más fuerte.
Lo que nunca nadie vio fue que, al subir el volumen de los ataques, al enfocar los esfuerzos a un solo personaje, también se debilitaban ellos y se comprobaba la teoría del votante de que “todos son lo mismo”. Una maquinaria perfectamente aceitada con centros de troleo dispersos en varios países, estructuras de tierra operando en contra y comprando fiscales y votantes por parte del oficialismo (de los tres partidos aliados) y una escasa participación de fiscales de Cabal, crearon la tormenta perfecta.
El 25 de junio los electores se mostraron, salieron y dieron su voto.El porcentaje de votantes que decía que iría a votar, salió y decidió por alguien que no se parecía a nadie de la clase en el poder, ese porcentaje se reflejó ahí, son los que estaban molestos por lo que llamaron “anomalías del sistema de corruptos”. Esos ciudadanos votaron por Semilla que identificaron como algo completamente diferente, distinto a lo que conocían y cercano a los jóvenes; lejanos a la derecha tradicional que gobierna, creyendo que, por los señalamientos hechos en campaña sobre el gobierno y sus privilegios, la corrupción e impunidad.
Semilla es un partido que se asume socialdemócrata, algo que en grupos focales y estudios antropológicos no aparecía como algo relevante, en una sociedad eminentemente conservadora y preferentemente de derecha. La elección de Guatemala vivió una primera vuelta francamente inesperada, con una mala interpretación de las encuestas que generó sesgos en la población y los partidos políticos en general.
Atrás quedó la posibilidad de que pasaran a segunda vuelta, según lo publicó Prensa Libre, (periódico de gran circulación y con antecedentes de certidumbre en las encuestas que ponía sobre sus páginas), Sandra Torres y Edmond Mulet. Las votaciones se movieron en dos vías:
- Las de la estructura, que pusieron Sandra Torres en primer lugar, a Manuel Conde en tercer lugar y Armando Castillo en cuarto lugar.
- Las del corazón, que pusieron a Bernardo Arévalo en segundo lugar y a Edmond Mulet en quinto.
En Guatemala uno de cada dos niños padece desnutrición crónica, hay 2 millones de empleos formales y 4 millones son informales, por lo que 65% del empleo es informal y más de la mitad de su población vive por debajo del umbral de la pobreza. El actual presidente es señalado por corrupción, y a su gobierno supuestamente por perseguir a jueces, fiscales y periodistas críticos a su gobierno. Entre otras cosas, es uno de los presidentes peor evaluados por la población.
Las campañas en Guatemala fueron digitales y con un uso particular de Tik Tok. Ahí Carlos Pineda, quien despegaba como la sensación de la campaña, encontró el nicho perfecto para colocar sus mensajes y acercarse al electorado. Tras su caída, fue Edmond Mulet quien entró en esa red y conquistó a esos seguidores con mensajes puntuales de propuesta y con mucha cotidianidad, en el equipo entendimos el contenido que los guatemaltecos querían ver ahí.
Bernardo Arévalo usó también el Tik Tok y plasmó ahí su discurso anticorrupción. Entró al segmento universitario, con los nuevos votantes y se logró colocar como el candidato antisistema; y se debe destacar que asistió a todos los debates organizados por jóvenes. Bernardo Arévalo no podría ser catalogado como outsider, su vida siempre ha estado en el ámbito de la política.
Podemos decir, al menos en la primera vuelta, que los guatemaltecos castigaron al gobierno y todo lo que pudiera ser considerado un símil (partidos de derecha, conservadores, con usos y costumbres del viejo régimen) y también da una clara muestra de inconformidad con la emisión de un alto porcentaje de votos nulos. La sociedad en general dio muestra de ser adulta, de ser pensante y de tener claridad sobre lo que no quiere para su país. Más allá de las votaciones, quieren una nueva clase política, un nuevo lenguaje, una nueva forma de dirigir y de relacionarse.
Se retiró el mito de que el voto urbano es claramente definitorio en la elección por ser “diferente y pensante” hoy el voto rural también se hizo presente y fue pensante y razonado. Viene un nuevo escenario para la segunda vuelta. La correlación entre fuerzas choca en el planteamiento de ideas. Dos partidos con tendencia de izquierda en un país eminentemente de derecha.
Hoy ni Sandra ni Bernardo tienen un camino fácil de recorrer, incluso las alianzas de quienes quedaron fuera están limitadas a las ideologías de sus lideres y de sus propios idearios. ¿Dónde terminará el rechazo a lo que ya vivió Guatemala? ¿Quién será capaz de atraer y enamorar? Y lo más importante…¿Ganará el voto del corazón o el de la estructura?
Lo que es claro es que las elecciones se ganan con votos, y aunque parezca lugar común entre consultores, no debemos perder de vista que las encuestas deben ser el referente para la toma de decisiones, las encuestas no se han actualizado y no están leyendo el voto del hartazgo. Lo que paso en Guatemala pone en entredicho a las casas encuestadoras y de investigación, o al menos a las que decidieron publicar en la elección de Guatemala. La elección se contrajo, los electores de resguardaron y la información se dio parcialmente sesgada.
Se debe encontrar el mecanismo para ir más a fondo sobre los votantes que sí van a ejercer su derecho y deciden de último momento; ¿es tema de corazón o es tema de razón? Hoy más que nunca la investigación antropológica de corte social, su análisis e interpretación son fundamentales.
Las estructuras siguen siendo la parte más vulnerable en una campaña, mientras no existan mecanismos de supervisión real y de comprobación certera de la existencia de éstas, el engaño o las verdades a medias seguirán siendo parte del momento cambiante de las elecciones el día de la elección. Cabal logro más votos para alcalde a nivel nacional, poco más de 530 mil votos que la presidencia, poco más de 370 mil. En las últimas 4 semanas Mulet fue víctima de un arsenal de ataques que nos colocaron en la misma categoría que Sandra Torres, Zury Ríos y Manuel Conde.
En más de lo mismo; a mediados de mayo la campaña de Cabal y Edmond era la alternativa, el 20 de junio ya no puede ser que haya una debilidad desde la concepción del proyecto: cambiar estructura del grupo de poder y hacer campañas de “fuerza” tradicional, pero eso es lo que se debía hacer.