Un error común de las campañas electorales es minimizar la trascendencia del formato de debate político. Algunas personas consideran que el debate no tiene mayor relevancia o impacto en la dinámica de la campaña, sin embargo, no podrían estar más equivocados. Si bien es cierto que el debate político televisado es de bajo rating y visto por el denominado “círculo rojo”, que es un sector poblacional altamente politizado y que además ya tiene definido su voto, sería un error estratégico pensar que este formato no podría difundirse en otros canales y generar impacto en el “círculo verde” o sea, donde se encuentran nuestros potenciales votantes.
Para ello es preciso comprender primero la dinámica del debate político y sus 3 fases: el predebate, el debate y el postdebate. Y es justamente en la etapa final de postdebate, donde se llevan a cabo todas las acciones que harán eco de los mejores momentos de nuestro debate, para generar una percepción de un liderazgo fuerte, de capacidad y de triunfo. A continuación, y de manera muy breve retomaré lo que de manera estratégica se planifica en cada una de estas etapas:
- Predebate: Aquí se planifica qué se va a decir, cuándo se va a decir y cómo se va a decir. Tener claridad de cuál será el mensaje rector que va a instalarse en el corto periodo de intervenciones será fundamental. Esto, además, acompañado de los argumentos de contraste que ayudarán al candidato a diferenciarse como la mejor opción a elegir sobre el resto de adversarios. Es importante en esta etapa tener muy claro que quien no hace contraste en un debate político suele relegarse a dos posturas desfavorables: estar a la defensiva respondiendo a adversarios o pasar desapercibido con un mensaje disperso que no destaca del resto.
Además, es ideal que, en el predebate, haya una simulación del debate con roles de personajes y con el orden de participaciones que se tendrá en el formato real. Esto con la finalidad de que el candidato pueda practicar sus intervenciones y respuestas. Por supuesto siempre preparándose para los peores escenarios de ataque o preguntas polémicas. Anticiparse a estas preguntas y tener claras sus respuestas, le permitirá al candidato ir mucho más aplomado y confiado al debate. - Debate: Es importante tener claro que el formato de debate político es muy distinto al que se nos enseñó en la Universidad, donde hay una contienda en la que ganan los mejores argumentos. La lógica del debate político es distinta. En muy poco tiempo que dispone cada candidato (a veces 10 minutos o menos en total), el objetivo central es ir a instalar un mensaje claro y poderoso a la ciudadanía. Para esto habrá que repetir y reforzar algunas líneas, ensayar algunos momentos y por supuesto enfatizar elementos estratégicos de contraste.
El debate político es un formato único que permite al candidato verse cara a cara con sus adversarios políticos, por lo tanto, es un espacio que bien utilizado, podrá hacer que el candidato se luzca, se proyecte como un líder auténtico, capaz, carismático y superior al resto de contendientes. Pero para llegar a este punto, debe haber bastantes horas de ensayo y error primero. - Postdebate: Los debates se ganan en esta etapa. Por lo tanto, todos los esfuerzos coordinados de la campaña deben orientarse al post debate, para que los mejores momentos, soundbites y respuestas de nuestro candidato se difundan masivamente y lleguen a nuestros potenciales votantes. Para esto es importante hacer una amplia labor de cabildeo de medios que permita una cobertura positiva del desempeño candidato, movilizar estructuras digitales para generar tendencias en redes, viralizar materiales, etc. Asimismo, llevar a cabo giras de medios y espacios donde el candidato continúe haciendo eco de su mensaje y siga teniendo proyección, gestionar con alianzas mensajes de apoyo, acciones en territorio, etc.
Todas las acciones que se realicen en el postdebate, son las que podrá ver ese círculo verde al que realmente nos interesa llegar en una campaña electoral. Y es sobre estas acciones, sobre las cuales se generará o no la percepción de triunfo del debate. Así que, en esta lógica, para tener un buen eco en el postdebate, requerimos un excelente desempeño y dominio del candidato durante el debate.
Recordemos que en política percepción es realidad, por lo que esos momentos potentes del debate que darán sentido a nuestra narrativa de campaña, podrán ser muy útiles para persuadir a aquellos votantes indecisos hacia nuestras arcas. Y es así como en realidad se gana un debate, el verdadero ganador es quien logra generar más simpatías que se traduzcan en una mayor intención de voto hacia su favor, y para lograrlo habrá que coordinar muchos esfuerzos antes y después del foro del debate.