Los cuatro acuerdos es un libro de sabiduría tolteca escrito por Miguel Ángel Ruíz Macías que resume de manera simple y a la vez profunda, cuatro grandes verdades vitales para tener una vida emocional sana.
Los cuatro acuerdos nos enseñan a comunicarnos mejor, a entender a los demás, a gestionar de mejor manera nuestras emociones, a dominar nuestros impulsos. Estos cuatro acuerdos revelados por el autor del libro son: sé impecable con tus palabras; no tomes nada como personal; no adivines ni supongas y hazlo siempre lo mejor que puedas.
Así cómo en la vida, hay cuatro acuerdos digitales que nos ayudan a mejorar nuestra presencia en redes sociales y que, adoptados en la comunicación, sus resultados son un crecimiento exponencial del engagement y la participación de los usuarios en la conversación digital en torno al candidato, a continuación, les presentamos los cuatro acuerdos digitales:
PRIMER ACUERDO: EL ENTRETENIMIENTO ESTÁ POR SOBRE LO IMPORTANTE
Más allá de distraer, lo que buscamos es mostrar el lado entretenido de la política, el lado natural de un oficio que muchas veces puede ser tedioso, aburrido, demasiado estructurado y técnico para las personas comunes.
Pongámonos en el lugar del público y lo entenderemos: El usuario ingresa a las redes sociales por razones completamente personales, busca entretenerse con contenidos que él mismo selecciona, piensa que está informado y lo que realmente está es entretenido, así funciona su vida, es su mundo, y nosotros a golpe de tecnicismos queremos ir contrarios a ese estilo que se ha impregnado en las nuevas generaciones.
Cada acción está llena de simbolismo y significado: hacer deporte significa estar comprometido, mostrar a la familia proyecta estabilidad. Así podríamos enlistar un sinnúmero de acciones que en su debido contexto proyectan poderosamente más imagen que cualquier actividad política.
Por ejemplo, en alguna campaña nos exigían compartir todos los actos políticos en la cuenta de Facebook, hasta siete publicaciones diarias, además el post debía ser publicado media hora después del evento, no más.
Los resultados desastrosos, la gente se inclina más hacia lo entretenido cuando se trata de contenidos, el hecho de querer mostrar músculo, como quieren la mayoría de políticos, lo único que logra es aburrir a la comunidad.
SEGUNDO ACUERDO: LA HUMANIZACIÓN AL MÁXIMO
La mayoría de las personas asumen que el político tiene que hablar y comunicarse en códigos de comunicación propios de la política. Las altas tasas de desaprobación de instituciones entre ellas partidos políticos y políticos, ponen a prueba está concepción sobre la proyección de imagen política.
¿Te imaginas entonces lo que sucede cuando hacemos comunicación política? Que muchos equipos de campaña, llevados por este viejo axioma se embarcan en comunicar solo en códigos políticos: fotos cupulares, ambientes políticos, liturgia política, reuniones masivas y se olvidan de que vendemos seres humanos, gente para la gente.
En cuanto a la atención no competimos contra la derecha o la izquierda sino contra Netflix y Spotify, pero hay una ventaja que nosotros tenemos y es que lo que comunicamos sucede en tiempo real, y todo lo que proyectamos aporta empatía y hasta en ciertos casos drama.
La política acartonada, ceremonial y distante deshumaniza al candidato. La comunicación cercana, orgánica e informal humaniza. La manera de comunicar hace la diferencia entre la vieja y nueva política.
Es por ello, que debemos humanizar al político al máximo, olvidarnos del diseño, la liturgia, lo rococó y mostrar la mayor cantidad de veces que podamos a nuestro cliente en situaciones y contextos que muestren su cotidianidad.
TERCER ACUERDO: LO ORGÁNICO ES LA CLAVE
En épocas de emergencia sanitaria, producto del COVID, necesitamos productos que transmitan el clima del momento, Debemos ser realistas con lo que proyectamos. Que lo que comuniquemos empatice con las personas, todo lo que no empate con las emociones de los ciudadanos disminuye la credibilidad y genera una distancia innecesaria con ellos.
En épocas de sana distancia no hay dinero para grandes producciones, ni caros equipos de grabación. Estamos acostumbrados a ver reuniones con pocas personas, sana distancia, mascarilla en todos lados, así mismo, se ha disparado el consumo de medios digitales.
TikTok ya supera a Google como el dominio más popular de internet, y lo que estamos acostumbrados a ver en esta red social son videos orgánicos con una edición muy creativa. El contexto social en el que vivimos exige que seamos orgánicos, que busquemos comunicar como lo haría cualquier persona común y corriente, olvidándonos del excesivo uso de logos o diseño y centrándonos en mimetizarnos con la organicidad de los contenidos digitales que inundan las redes sociales.
Y eso, está conectado directamente con el siguiente acuerdo.
CUARTO ACUERDO: LO CRUDO IMPACTA MÁS QUE LO SOBREPRODUCIDO
No necesitamos complejos equipos de grabación, en la época que vivimos el espíritu de los tiempos exige por su propia naturaleza un toque de frescura a lo que experimentamos.
La tendencia actual es mostrarse espontáneo, natural, sin filtros ni poses excesivas, sin embargo, muchos políticos y sus equipos van contracorriente y a golpe de superproducciones intentan transmitir su mensaje, olvidándose que forma es fondo.
El toque amateur de un video le genera credibilidad y autenticidad al mensaje, empata con la situación de crisis que vivimos; por otro lado, los avisos demasiado formales y muy producidos le restan autenticidad al mensaje y generan un distanciamiento innecesario entre el candidato y sus electores. La naturalidad enamora y comunica mucho más que el mismo texto del discurso.
No decimos que un video no deba ser preparado, sino que no debe ser sobre producido, existe una diferencia enorme.
Los medios digitales son canales de empatía extrema, por ello no debemos producir contenido que se desconecte de la ciudadanía, sino mostrar las situaciones que vivimos tal como las vivimos.
Son tiempos de cuidar el momento, por eso, los mensajes demasiado superficiales no caen bien en los usuarios digitales.
Ya no resulta genuina la política tradicional ni los comerciales tradicionales, es hora de dar a las personas una dosis de nuestra realidad, de lo que “vivimos tal como lo vivimos”, mostrando nuestra cotidianidad y los contextos en los que nos desarrollamos.
La política acostumbrada a los protocolos no entiende de espontaneidad. Los políticos tradicionales no entienden la naturaleza de las redes sociales que reside justamente en la bidireccionalidad y la interacción con la comunidad.
La tarima y la retórica densa y abstracta con palabras sacadas y extraídas del olimpo de los ilustres hombres del siglo pasado, no tienen cabida en la comunicación digital.
Las grandes concentraciones públicas las hemos remplazado por los videos; y los grandes discursos cargados de una retórica formal, protocolaria y compleja los hemos cambiado por mensajes simples, sencillos y directos.
Antes la idea era “llenar plaza”, mostrar capacidad de convocatoria y movilización política, nosotros buscamos generar comunidades digitales, trasladar la campaña hacia páginas satélites, outlets y peceras.
Mientras nosotros buscamos engagement y reducir los tiempos de consumo de información de los usuarios; la política tradicional está llena de liturgia, protocolos, formalidades, fotos cupulares. Los partidos políticos y las ideologías ya no importan. Debemos comprender que el elector hoy más que nunca se guía por sus sentimientos, y por más que el candidato le dé las mejores propuestas, no votará por quien le desagrade. Votará por quien le gusta, quien esté más cerca de sus propias emociones, y las herramientas digitales abren la puerta a esos corazones.
Los nuevos modelos de comunicación exigen una comunicación directa, con mayor informalidad y siempre más horizontal, buscando la cercanía con el ciudadano, sin limitaciones. Sin disparar escopetazos que apelen al mínimo común denominador sino tiros de precisión destinados a nichos con alta rentabilidad electoral.
La antigua comunicación racional y descriptiva ha dado paso a la nueva comunicación emocional y significativa, aquella que está orientada a darle razones de valor al elector para obtener su simpatía, ya que lo válido en la comunicación política no es, necesariamente, lo que dice el emisor, sino lo que entiende el receptor.
Créditos: Andrés Elías @andreseliascom